La modelo Natalia Fassi en una campaña "provida" |
Frente al debate en el Congreso nacional para que se trate la despenalización del aborto y después del fracaso de la estrategia desembozada que pusieron en juego los sectores fundamentalistas para oponerse a la reforma de la ley de matrimonio, estos mismos sectores han maquillado sus argumentos: ya no se habla de matar niños para referirse al aborto ni se ponen por delante cuestiones confesionales. En cambio, eligen cuestionar cifras o evaluar la intensidad de posibles traumas.
“A medida que la sociedad va reconociendo los efectos de los abortos inseguros y el derecho de las mujeres de tomar decisiones sobre su vida, los sectores más fundamentalistas –que no reconocen ni respetan la diversidad de posiciones morales y éticas– empiezan a intentar desarrollar argumentos nuevos porque los viejos ya no son suficientes para convencer o para vencer”, apunta la socióloga Silvina Ramos, investigadora del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes) y miembro del Comité Asesor de Investigaciones de Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La abogada Perla Prigoshin, coordinadora de la Comisión Nacional de Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género (Consavig), coincide: “Los grupos antiderechos están modernizando sus manifestaciones contra la despenalización del aborto para simular ser menos cavernícolas. Lo que hacen, en realidad, es correr el eje del debate. Por ejemplo, intentan aplicar un ‘traumatómetro’ que mida la diferencia entre proseguir un embarazo no deseado o interrumpirlo; ponen en cuestión las cifras referidas a la cantidad de abortos que se realizan por año en el país; debaten cuál es el instante de iniciación de la vida y si estamos ante un embrión, un feto o un niño; comparan el embarazo no deseado con el vientre subrogado y tantas otras chicanas. Con esto pretenden oscurecer la más cruel de las verdades: los abortos se siguen realizando en nuestro país y la penalización condena a correr el riesgo de morir sólo a las mujeres de las clases populares”.
Ramos analiza este nuevo debate como el final de una batalla (casi) ganada: “Son las últimas argumentaciones de una mirada que ya no sabe más qué hacer para combatir algo que avanza. Los fundamentalistas ya no pueden discutir con argumentos razonables e inventan cualquier cosa. Antes la posición sobre la legalización del aborto dependía de puntos de vista. Pero ahora directamente dicen mentiras, que son manotazos de ahogado ante una sociedad que está a favor de que la ley ampare a las mujeres”.
Los que siguen son algunos de esos nuevos argumentos que se escucharon en diversos programas de televisión que dieron cuenta del debate en torno de la despenalización del aborto dentro del Congreso, que se retomará en el mes de noviembre.
1. No es cierto que en la Argentina se producen 500.000 abortos por año.
“Es un argumento lamentable que no se sostiene porque el estudio que se realizó en la Argentina fue hecho con una metodología reconocida por la OMS. Es un cuestionamiento extremadamente débil y de mala fe”, subraya Ramos. La diputada porteña María José Lubertino analiza: “Estas son las cifras oficiales y nosotros/as confiamos en esos datos, pero así no fueran 500.000 abortos estamos discutiendo un derecho. Y si es legal, seguramente, se reducirán los abortos. Nosotras queremos reducir muertes, secuelas, abortos y todo tipo de práctica que puedan implicar algún ejercicio de violencia contra las mujeres”.
La activista de la Colectiva Feminista La Revuelta, de Neuquén, Ruth Zurbriggen, y de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito reflexiona: “Los sectores antiderechos insisten con la falsedad de estos datos. Otra vez, encabezan una cruzada anticientificista. Siempre descreen de las evidencias empíricas que atentan contra sus preceptos; cuentan en su haber con un historial de violaciones, torturas, mutilaciones, persecuciones en pos de imponer sus creencias. Y, en estos tiempos, los aterra saber que las mujeres decidimos, que no registramos sus mandatos de maternidad como destino y que no tienen el poder supremo-divino sobre nuestros cuerpos. No lo registran porque saben que es hora de los abortos legales en Argentina”.
2. El trauma post aborto es más grave que la realización de un aborto.
“El supuesto efecto negativo en la vida psíquica de una mujer que atraviesa un aborto no tiene ninguna evidencia científica –refuta Ramos–. La información disponible muestra que las mujeres experimentan, después de la experiencia de un aborto inducido, una variedad muy amplia de sentimientos conforme a las condiciones en que ese aborto tuvo lugar. Si una mujer tuvo que realizarse un aborto en condiciones en las que corre riesgo su vida o después de una violación es obvio que va a sufrir stress porque un embarazo fruto de una violación es una salida a una situación dramática.”
Lubertino compara: “Los abortos legales y seguros tienen menos riesgo que sacar una muela. El gran problema del aborto hoy se vincula más con la culpabilización de la mujer que con la práctica”. Mientras que la diputada nacional Cecilia Merchán remarca: “El trauma es totalmente evitable si se legaliza el aborto y se realiza en condiciones seguras. Por otro lado, hay embarazos no deseados cuyo trauma es enorme, como por ejemplo el caso de Romina Tejerina”.
La médica Mabel Bianco y presidenta de la Fundación Estudios de la Mujer (FEIM) explica: “El aborto no es un proceso alegre para la mujer. Sin embargo, el trauma de un embarazo no querido, como por ejemplo en las mujeres violadas, es mucho más grave y con secuelas de por vida porque durante meses vive la terrible ambivalencia frente al feto: odio por ser el recuerdo de la violación y el sentimiento de afecto a ese feto que engendra. Una vez que nace esto se agrava porque ve frente a sí al niño que le recuerda la violación. Es un acto de sadismo obligar a las mujeres a vivirlo”.
Marta Alanís, integrante de Católicas por el Derecho a Decidir Argentina y de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito apunta: “Las secuelas psicológicas adversas sólo se producen en un pequeño porcentaje de mujeres. En cambio la frecuencia y gravedad de esas consecuencias son mucho más altas entre las mujeres a quienes se niega un aborto y los nacidos como resultado de esa imposibilidad de acceder al aborto. También hay mujeres que sufren de depresión pero tenían este padecimiento antes de embarazarse e interrumpir el embarazo. Otras sufren consecuencias psicológicas cuando interrumpen un embarazo deseado por malformaciones graves o incompatibles con la vida. En todas las situaciones las consecuencias psicológicas por practicar un aborto no superan a las que se producen después del parto o puerperio. Es importante remarcar que gran parte de las consecuencias psicológicas, como la culpa, son generadas por aquellos grupos religiosos que abruman a las mujeres con discursos irrespetuosos de sus decisiones”.
3. Si la Justicia no autorizó a un varón a decidir no ser padre después de haber congelado embriones con su ahora ex esposa, una mujer tampoco puede interrumpir un embarazo.
“Desde todo punto de vista (filosófico, científico) un embrión no es un niño, ni siquiera es un feto, por eso tiene un tratamiento distinto. El fundamentalismo de la Justicia llegó al punto de obligar a una persona, contra su voluntad, a ser padre a pesar de su derecho a decidir. Ni siquiera en el texto del Código Civil se dice que hay protección si no es en el seno materno. Incluso el concepto de “persona por nacer, que tampoco es un concepto que impida la interrupción voluntaria del embarazo, habla desde la concepción en el seno materno”, señala Lubertino. Y muestra cómo obligar a un varón a ser padre antes de que se produzca el embarazo puede ser un boomerang ideológico contra las mujeres: “Hasta tanto se produce la implantación en el útero sería absolutamente revocable la voluntad del padre de llevar adelante ese embarazo y esa posterior paternidad”.
4. En vez de abortar, las embarazadas que no quieren ser madres pueden dar a su hijo/a en adopción.
Alanís descarta: “La maternidad no es aguantar, no es destino, no es desgracia o mala suerte. La maternidad es un acto consciente, voluntario, que implica un compromiso amoroso con otro ser humano para toda la vida. La adopción es una necesidad de las y los menores cuando quedan huérfanos/as y no un derecho absoluto de las personas que no pueden engendrar hijos. Se pretende que todos los embarazos no deseados lleguen a término para satisfacer una demanda egoísta de otros sin respetar la decisión de la mujer gestante”.
5. Si el alquiler de vientres demuestra que una mujer puede gestar un embarazo y luego desprenderse del bebé. ¿Por qué no pueden hacer lo mismo con un embarazo no deseado?
“Hay muchas posiciones dentro del feminismo que no acompañan la maternidad subrogada porque se está usando a una mujer como una incubadora y es la misma discusión que con la prostitución o la explotación sexual. Pero la duda es si prohibiéndolo no se genera un mercado paralelo que va a terminar con mujeres que tienen menos recursos y, por eso, alquilan su vientre”, señala Lubertino. Aunque, igualmente, diferencia esta mirada crítica de una comparación con la decisión de abortar: “Pero la diferencia central es que quien alquila su vientre lo hace voluntariamente. En cambio, ante un aborto, hay una mujer que no desea ser madre”.
Esteban Paulon, presidente de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgtb) dice: “Por supuesto que estoy a favor del alquiler de vientres por parte de gays y personas trans. Me parece que es obvio que una cosa es la decisión autónoma de una mujer que puede tener un embarazo deseado para subrogación a una mujer que queda embarazada sin desearlo y se le propone como alternativa que –sin nunca haberlo proyectado– lleve a término ese embarazo para darlo en adopción”, diferencia. “Es un debate en torno de la autonomía y libertad de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos, por lo tanto plantear que una mujer que sufre un embarazo no deseado y decide abortar va a llevar a término ese embarazo como si fuera una incubadora lesiona este principio. Sería interesante preguntarle a una mujer con varios hijos a la que se le pide llevar a término un embarazo no deseado para dar en adopción al niño/ niña a cuál de sus hijos elegiría para dar en adopción”, propone.
Fuentes: Lucía Peker - Las 12 - 07 de Octubre de 2011
“A medida que la sociedad va reconociendo los efectos de los abortos inseguros y el derecho de las mujeres de tomar decisiones sobre su vida, los sectores más fundamentalistas –que no reconocen ni respetan la diversidad de posiciones morales y éticas– empiezan a intentar desarrollar argumentos nuevos porque los viejos ya no son suficientes para convencer o para vencer”, apunta la socióloga Silvina Ramos, investigadora del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes) y miembro del Comité Asesor de Investigaciones de Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La abogada Perla Prigoshin, coordinadora de la Comisión Nacional de Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género (Consavig), coincide: “Los grupos antiderechos están modernizando sus manifestaciones contra la despenalización del aborto para simular ser menos cavernícolas. Lo que hacen, en realidad, es correr el eje del debate. Por ejemplo, intentan aplicar un ‘traumatómetro’ que mida la diferencia entre proseguir un embarazo no deseado o interrumpirlo; ponen en cuestión las cifras referidas a la cantidad de abortos que se realizan por año en el país; debaten cuál es el instante de iniciación de la vida y si estamos ante un embrión, un feto o un niño; comparan el embarazo no deseado con el vientre subrogado y tantas otras chicanas. Con esto pretenden oscurecer la más cruel de las verdades: los abortos se siguen realizando en nuestro país y la penalización condena a correr el riesgo de morir sólo a las mujeres de las clases populares”.
Ramos analiza este nuevo debate como el final de una batalla (casi) ganada: “Son las últimas argumentaciones de una mirada que ya no sabe más qué hacer para combatir algo que avanza. Los fundamentalistas ya no pueden discutir con argumentos razonables e inventan cualquier cosa. Antes la posición sobre la legalización del aborto dependía de puntos de vista. Pero ahora directamente dicen mentiras, que son manotazos de ahogado ante una sociedad que está a favor de que la ley ampare a las mujeres”.
Los que siguen son algunos de esos nuevos argumentos que se escucharon en diversos programas de televisión que dieron cuenta del debate en torno de la despenalización del aborto dentro del Congreso, que se retomará en el mes de noviembre.
1. No es cierto que en la Argentina se producen 500.000 abortos por año.
“Es un argumento lamentable que no se sostiene porque el estudio que se realizó en la Argentina fue hecho con una metodología reconocida por la OMS. Es un cuestionamiento extremadamente débil y de mala fe”, subraya Ramos. La diputada porteña María José Lubertino analiza: “Estas son las cifras oficiales y nosotros/as confiamos en esos datos, pero así no fueran 500.000 abortos estamos discutiendo un derecho. Y si es legal, seguramente, se reducirán los abortos. Nosotras queremos reducir muertes, secuelas, abortos y todo tipo de práctica que puedan implicar algún ejercicio de violencia contra las mujeres”.
La activista de la Colectiva Feminista La Revuelta, de Neuquén, Ruth Zurbriggen, y de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito reflexiona: “Los sectores antiderechos insisten con la falsedad de estos datos. Otra vez, encabezan una cruzada anticientificista. Siempre descreen de las evidencias empíricas que atentan contra sus preceptos; cuentan en su haber con un historial de violaciones, torturas, mutilaciones, persecuciones en pos de imponer sus creencias. Y, en estos tiempos, los aterra saber que las mujeres decidimos, que no registramos sus mandatos de maternidad como destino y que no tienen el poder supremo-divino sobre nuestros cuerpos. No lo registran porque saben que es hora de los abortos legales en Argentina”.
2. El trauma post aborto es más grave que la realización de un aborto.
“El supuesto efecto negativo en la vida psíquica de una mujer que atraviesa un aborto no tiene ninguna evidencia científica –refuta Ramos–. La información disponible muestra que las mujeres experimentan, después de la experiencia de un aborto inducido, una variedad muy amplia de sentimientos conforme a las condiciones en que ese aborto tuvo lugar. Si una mujer tuvo que realizarse un aborto en condiciones en las que corre riesgo su vida o después de una violación es obvio que va a sufrir stress porque un embarazo fruto de una violación es una salida a una situación dramática.”
Lubertino compara: “Los abortos legales y seguros tienen menos riesgo que sacar una muela. El gran problema del aborto hoy se vincula más con la culpabilización de la mujer que con la práctica”. Mientras que la diputada nacional Cecilia Merchán remarca: “El trauma es totalmente evitable si se legaliza el aborto y se realiza en condiciones seguras. Por otro lado, hay embarazos no deseados cuyo trauma es enorme, como por ejemplo el caso de Romina Tejerina”.
La médica Mabel Bianco y presidenta de la Fundación Estudios de la Mujer (FEIM) explica: “El aborto no es un proceso alegre para la mujer. Sin embargo, el trauma de un embarazo no querido, como por ejemplo en las mujeres violadas, es mucho más grave y con secuelas de por vida porque durante meses vive la terrible ambivalencia frente al feto: odio por ser el recuerdo de la violación y el sentimiento de afecto a ese feto que engendra. Una vez que nace esto se agrava porque ve frente a sí al niño que le recuerda la violación. Es un acto de sadismo obligar a las mujeres a vivirlo”.
Marta Alanís, integrante de Católicas por el Derecho a Decidir Argentina y de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito apunta: “Las secuelas psicológicas adversas sólo se producen en un pequeño porcentaje de mujeres. En cambio la frecuencia y gravedad de esas consecuencias son mucho más altas entre las mujeres a quienes se niega un aborto y los nacidos como resultado de esa imposibilidad de acceder al aborto. También hay mujeres que sufren de depresión pero tenían este padecimiento antes de embarazarse e interrumpir el embarazo. Otras sufren consecuencias psicológicas cuando interrumpen un embarazo deseado por malformaciones graves o incompatibles con la vida. En todas las situaciones las consecuencias psicológicas por practicar un aborto no superan a las que se producen después del parto o puerperio. Es importante remarcar que gran parte de las consecuencias psicológicas, como la culpa, son generadas por aquellos grupos religiosos que abruman a las mujeres con discursos irrespetuosos de sus decisiones”.
3. Si la Justicia no autorizó a un varón a decidir no ser padre después de haber congelado embriones con su ahora ex esposa, una mujer tampoco puede interrumpir un embarazo.
“Desde todo punto de vista (filosófico, científico) un embrión no es un niño, ni siquiera es un feto, por eso tiene un tratamiento distinto. El fundamentalismo de la Justicia llegó al punto de obligar a una persona, contra su voluntad, a ser padre a pesar de su derecho a decidir. Ni siquiera en el texto del Código Civil se dice que hay protección si no es en el seno materno. Incluso el concepto de “persona por nacer, que tampoco es un concepto que impida la interrupción voluntaria del embarazo, habla desde la concepción en el seno materno”, señala Lubertino. Y muestra cómo obligar a un varón a ser padre antes de que se produzca el embarazo puede ser un boomerang ideológico contra las mujeres: “Hasta tanto se produce la implantación en el útero sería absolutamente revocable la voluntad del padre de llevar adelante ese embarazo y esa posterior paternidad”.
4. En vez de abortar, las embarazadas que no quieren ser madres pueden dar a su hijo/a en adopción.
Alanís descarta: “La maternidad no es aguantar, no es destino, no es desgracia o mala suerte. La maternidad es un acto consciente, voluntario, que implica un compromiso amoroso con otro ser humano para toda la vida. La adopción es una necesidad de las y los menores cuando quedan huérfanos/as y no un derecho absoluto de las personas que no pueden engendrar hijos. Se pretende que todos los embarazos no deseados lleguen a término para satisfacer una demanda egoísta de otros sin respetar la decisión de la mujer gestante”.
5. Si el alquiler de vientres demuestra que una mujer puede gestar un embarazo y luego desprenderse del bebé. ¿Por qué no pueden hacer lo mismo con un embarazo no deseado?
“Hay muchas posiciones dentro del feminismo que no acompañan la maternidad subrogada porque se está usando a una mujer como una incubadora y es la misma discusión que con la prostitución o la explotación sexual. Pero la duda es si prohibiéndolo no se genera un mercado paralelo que va a terminar con mujeres que tienen menos recursos y, por eso, alquilan su vientre”, señala Lubertino. Aunque, igualmente, diferencia esta mirada crítica de una comparación con la decisión de abortar: “Pero la diferencia central es que quien alquila su vientre lo hace voluntariamente. En cambio, ante un aborto, hay una mujer que no desea ser madre”.
Esteban Paulon, presidente de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgtb) dice: “Por supuesto que estoy a favor del alquiler de vientres por parte de gays y personas trans. Me parece que es obvio que una cosa es la decisión autónoma de una mujer que puede tener un embarazo deseado para subrogación a una mujer que queda embarazada sin desearlo y se le propone como alternativa que –sin nunca haberlo proyectado– lleve a término ese embarazo para darlo en adopción”, diferencia. “Es un debate en torno de la autonomía y libertad de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos, por lo tanto plantear que una mujer que sufre un embarazo no deseado y decide abortar va a llevar a término ese embarazo como si fuera una incubadora lesiona este principio. Sería interesante preguntarle a una mujer con varios hijos a la que se le pide llevar a término un embarazo no deseado para dar en adopción al niño/ niña a cuál de sus hijos elegiría para dar en adopción”, propone.
Fuentes: Lucía Peker - Las 12 - 07 de Octubre de 2011
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