miércoles, 8 de junio de 2011

¿EL FIN DEL SIDA ESTÁ CERCA?

LONDRES (Reuters) - Para sus doctores, Timothy Ray Brown fue un intento a ciegas.

Un estadounidense VIH positivo que se curó gracias a un tipo único de trasplante de médula ósea, el hombre conocido como "el paciente de Berlín" se ha convertido en un ícono de lo que los científicos esperan que sea la próxima fase de la epidemia del sida: su final.

Los drásticos avances científicos desde que el VIH fue descubierto hace 30 años hacen que el virus ya no sea una sentencia de muerte.

Gracias a análisis que detectan el VIH de forma temprana, nuevos medicamentos antirretrovirales contra el sida que pueden controlar el virus durante décadas y a una serie de formas de impedir que se propague, 34 millones de personas de todo el mundo están aprendiendo a vivir con VIH.

Personas como Vuyiseka Dubula, una activista de la lucha contra el sida y madre VIH positivo de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, pueden esperar tener vidas relativamente normales y plenas. "No pienso para nada en la muerte. Estoy sometiéndome al tratamiento y viviendo mi vida", asegura.

Sin embargo, en el 30 aniversario del descubrimiento del VIH, la comunidad científica internacional se dispone con renovado vigor a intentar eliminarlo. La campaña tiene que ver en parte con la ciencia, y en parte con el dinero. Someter a pacientes con VIH a tratamientos con fármacos sofisticados durante toda la vida se está tornando imposible de costear.

La atención de los pacientes con VIH sólo en países en desarrollo ya cuesta alrededor de 13.000 millones de dólares al año y esta cifra podría triplicarse en los próximos 20 años.

En momentos económicos difíciles, la necesidad de encontrar una cura se ha vuelto más urgente, dice Francoise Barre Sinoussi, quien ganó el premio Nobel por su labor en la identificación del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).

"Debemos pensar a largo plazo, incluyendo una estrategia para encontrar una cura. Debemos seguir buscando hasta encontrarla", dijo la científica.

El paciente de Berlín es la prueba de que se puede. Su caso dio nueva energía a un campo donde las personas creían durante años que hablar de una cura era una irresponsabilidad.