martes, 22 de mayo de 2012

MASCULINIDADES INCÓMODAS I

Cuando salgo de casa me gusta observar a las personas. Miro a lxs pibxs que van a la escuela con sus enormes y perturbadoras mochilas, a las muchachas que no les alcanzó el tiempo y van maquillándose en el colectivo, al chofer del bondi que va emputecido con el mundo, a las señoras mayores que no se pueden sostener del pasamanos y cada frenada del micro es una odisea, etc. 

Te subís, pasás la tarjeta, y enfilás para el fondo para no tener que darle el asiento a nadie. Conseguís sentarte en los últimos asientos y de repente, en la parada próxima se sube un caballero. Se encamina para dónde estás vos y se te apoltrona justo al lado. Vos estás cómodamente ocupando tu espacio, sin sobresalir para los costados, procurando un viaje al menos tranquilo y de pronto sentís una pierna que roza la tuya. Al principio tímidamente, pero con el transcurrir del viaje no sabés si es tu pierna o la de tu eventual compañero de asiento.

Cuando mirás de reojo ves que el chabón está sentado con las piernas tan abiertas que parece que va a parir. Vos, como sos medio obse, te empezás a minimizar porque te molesta ese cuerpo extraño. Y mientras más espacio le das, más se abre de piernas. 

Y te comenzás a preguntar: ¿Será que necesita del contacto humano porque su papá y su mamá lo rechazaron de chiquito? ¿Quizás le excita rozarte la pierna porque lo considera un fetiche? ¿Tal vez necesita acaparar todo el espacio posible?

Nada de eso. Charlando con un par de “masculinos patas abiertas” sobre esta situación recibí respuestas de diversos tipos.

Una de las teorías que escuché sostiene que los machos tienen las bolas/pelotas/huevos tan grandes que necesitan sentarse así, incomodando a su entorno. Pero si tenés las bolas del tamaño de dos cocos, o las pelotas como las de tenis o los huevos como los del avestruz, te recomiendo que te hagas ver por un doctor porque eso no es normal, esa teoría a lo sumo te convierte en un boludo/pelotudo/huevón (o las tres cosas juntas), pero te aseguro que no te convierte en un tipo más masculino o en un macho.

Otra teoría sugiere que sentarse con las piernas casi en 180° dejaría a la vista el bulto y con eso el poseedor de esta masculinidad incómoda estaría generando un posible cortejo con otro u otra que, eventualmente, le mire el bulto y comprenda la señal de apareamiento. Sospecho que en algunos casos debe funcionar, siempre y cuando tengas un paquete más que interesante, de esos que no te queda otra alternativa que mirarlo, pero teniendo en cuenta el tamaño promedio del pene, para que un bulto sea lo suficientemente llamativo y digno de ser deseado, nuestro molesto acompañante de ruta tendría que ser un superdotado y en la mayoría de los casos no lo son.

Sea que son huevones, que el fetiche de la fricción los excite o se trate de ritos apareativos, lo cierto es que jode mucho viajar sentado al lado de un tipo que invade tu espacio y te obliga a tocarlo así sea con la pierna y durante los 30 minutos que dura tu viaje. 

Si cerrás las piernas un toque te aseguro que no se te van a aplastar las pelotas y nos vas a dejar a lxs fóbicos como yo que viajemos en paz.