Hoy se cumple un año más en la lucha contra la homofobia, lesbofobia y transfobia en la Argentina. Tenemos avances como el Matrimonio Igualitario, esperanzas con las Leyes de Identidad de Género y Asistencia Sanitaria y terribles escollos como los Códigos de falta de Mendoza, la estática y nunca implementada Ley de Educación Sexual.
En Argentina, si bien estamos en un momento convulsionado desde lo electoral, no es menos cierto que vivimos en uno de los países más tolerantes de América Latina. Tenemos políticas de Derechos Humanos, políticas antidiscriminatorias, un INADI fuerte, un modelo de país inclusivo y plural y una militancia política y social apasionada y firme, seguimos teniendo, al menos en la provincia, un dirigente que gobierna con su Biblia y no con la Constitución.
Se le pide al gobierno provincial que se haga cargo de cuatro temas centrales en materia de diversidad sexual que siguen siendo tierra de nadie: leyes que castiguen la discriminación por orientación sexual e identidad de género; la implementación de la Ley Nacional de Educación Sexual; el apoyo incondicional a la Ley de Identidad de Género y Asistencia Sanitaria y la derogación de los códigos de falta que van desde el art. 51 al 55.
INADI si bien contempla todo tipo de discriminación, carece de una legislación que ayude a combatir los casos de violencia y acoso por orientación sexual como también el bullying homofóbico. No queremos tener que llorar en Mendoza a un Carlos Agüero a quién en la escuela no dejaban de acosar sus compañeros y los directivos no hicieron absolutamente nada; no queremos tener que hacer una movilización para pedir justicia por un Diego Esper a quién mataron por ser homosexual y militante; no queremos sufrir el sufrimiento de una Natalia Gaitán quién fuera asesinada por ser pareja de otra mujer.
Tampoco queremos que más mujeres encarceladas o muchachas mendocinas de los sectores más pobres sigan muriendo a manos de parteras inescrupulosas que realizan abortos en condiciones sanitarias precarias por no contar con una ley de Aborto Legal, Seguro y Gratuito ni con la Ley de Educación Sexual que nos permitiría prevenir no solo los embarazos no deseados, también las infecciones transmisibles sexualmente (ITS).
Estamos hartos de ver a lxs compañerxs trans privados de sus derechos fundamentales porque su DNI no refleja quiénes realmente son, o acosadas por una policía homófoba que no encuentra mejor cosa que hacer que estar detrás de ellxs entorpeciendo el goce de sus derechos, o siendo víctimas de una transfobia institucional arraigada en los cimientos de esas instituciones.
Hoy, 17 de mayo, lejos de ser una fecha para conmemorar, creo que debe ser una fecha para reflexionar, conocer, educarnos y educar. Es la manera de empatizar y comprender el dolor ajeno, el sufrimiento de muchos sectores que aún en pleno siglo XXI y en el marco de un desarrollo popular, nacional e inclusivo de país, siguen padeciendo los resabios del sistema que imperó en Argentina hasta 2003.
Debemos hacer una autocrítica desde los sectores más progresistas hasta los más reaccionarios y evaluar si esa “caridad cristiana” que la Iglesia dice tener es tan generosa que alcance a estas personas vulneradas y excluidas.
Hay que dejarse de joder un poco y laburar en serio por lxs compañerxs que nos necesitan y por la memoria de todos aquellos que ya no están.
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