El 22 de octubre se conmemora el día de la Identidad. Esto hace referencia a las personas arrancadas de sus familias por siniestros apropiadores en los sórdidos años de la dictadura militar.
Aunque no se tienen cifras exactas, serían muchxs lxs hijxs que esperan ser reencontradxs por sus familias biológicas, muchas madres que esperan hallarlxs, muchas abuelas que esperan tener otra vez cerca el recuerdo vivo de sus hijxs.
Sin dudas el caso más emblemático es el de los Noble. Y es el más emblemático no porque sea un ejemplo. Precisamente es un caso que está plagado de agujeros en cuanto a esa supuesta legalidad. El hijo y la hija apropiadxs por la dueña de Clarín han sido, en primer término, hijxs de desaparecidxs. Esto quiere decir que hubo un padre y una madre que murieron para que la Sra. Ernestina pudiera realizarse como madre. Esto nos hace sospechar que existió por ese tiempo una estrecha relación entre esta familia y los represores de turno, relación que suponemos facilitó esa apropiación, entre otros negocios que mantuvieron con el gobierno de facto.
En ese sentido, la adopción también estaría plagada de vicios. Uno de los más sobresalientes es la autorización de la adopción póstuma de esxs niñxs. El Sr. Noble ya estaba muerto cuándo Ernestina adopta a Marcela y Felipe.
Es claro cómo el poder puede comprar todo, hasta una adopción post mórtem. Es claro cómo algunas gentes no sienten el deber de rendir cuentas por que sus imperios lxs ubican en un lugar donde no existe la posibilidad de dar explicaciones a la justicia.
Pero esta fecha no solamente reivindica el derecho inalienable a la identidad desde la perspectiva de derechos humanos. También nos evoca a un tema más actual pero no más nuevo: La Identidad de Género.
En este sentido, la identidad de género es ser quién se es y no otro. Hoy la legislación argentina impone un modelo de identidad binario, una dicotomía entre el Ser Masculino y Ser Femenina y relaciones de desigualdad entre varón y mujer; heterosexual y no-heterosexual, y entre la identidad Masculina y la Femenina. Hay países como Australia que ya incorporaron la identidad trans a su documentación, tal así que si una persona solicita su pasaporte, en la grilla que refiere al género tendremos M (male), F (female) y T (Transgender). Esto se traduce en un enorme avance en materia de Identidad. Reconocer el Ser Trans sin necesidad de patologías que la justifiquen es hacer efecivo y garantizar el derecho a Ser, es decir, el derecho a la Identidad.
Argentina sigue pretendiendo ajustar los cuerpos a lo masculino o femenino sin tener en cuenta otras formas de sentir el Ser. Es claro que existirían tantas identidades como personas y esa diversidad nos hace ricos.
Es necesario esforzarnos por empatizar y aceptar todo aquello que no es heterosexual y binario, porque no poner en valor las identidades de género y sexuales diferentes a la heteronormativa es alimentar el círculo vicioso de la exclusión y la segregación. Hoy, las personas trans son negadas y violentadas en extremo. Su historia es, en resumidas cuentas, la historia de la marginalidad.
Crecen sintiéndose diferentes al resto, diferentes en su concepción acerca de su cuerpo, diferentes respecto del cuerpo de lxs demás, luchando contra eso que son y que por las presiones sociales, confesionales y familiares no pueden ser. Mas tarde, cuándo deciden ser quienes son por que ya es insostenible el llevar esa doble vida en la que para algunxs es unx y para otrxs, otrx, sufren el primer golpe de violencia y exclusión en el seno familiar. Son expulsadxs de sus hogares por ser diferentes y no ajustarse a la norma. Norma inventada por las religiones en su afán de apoderarse sobre nuestros cuerpos y nuestras voluntades.
Expulsadxs finalmente del seno familiar, automáticamente quedan fuera del sistema de educación. La edad promedio en que una persona trans decide tomar las riendas de su identidad es alrededor de los quince años. En la escuela no lxs aceptan porque no se ajustan a Ser varón o Mujer según sus genitales. Para la escuela es una enfermedad que una persona transgreda su género. Entonces la persona con identidad trans es obligada a abandonar la escuela. Sin escuela y sin familia, son arrojadxs a su suerte y la única alternativa posible es el trabajo sexual. Pareciera ser que el comienzo de la vida sexual de lxs trans coincide con el inicio en esta actividad.
Excluidxs de la casa, de la escuela y obligadxs a ganarse la vida con el sexo, comienzan una larga peregrinación por los sistemas de salud, donde también son humilladxs. Una de las formas de maltrato más frecuentes es la que ejercen enfermerxs cuando deciden arbitrariamente llamarlxs por su nombre de nacimiento y no con el nombre que lxs identifica. Así, si la sujeta es trans HaM (de Hombre a Mujer) y su nombre de nacimiento es Juan López, pero el nombre que la identifica es Perla, lxs efectores de salud deben tener la sensibilidad de llamarla Perla, porque esa es la identidad que construyó y merece todo nuestro respeto. Decididamente esa mujer trans nunca fue Pedro. Estas situaciones son las que producen la deserción de la comunidad trans de los servicios de salud públicos. En consecuencia, la expectativa de vida de estos seres humanos apenas alcanza los 35 años de edad. La falta de educación formal, la exclusión del sistema de salud y el trabajo sexual lxs hace altamente vulnerables a infecciones transmisibles sexualmente, al VIH/Sida y al acoso, persecución y abuso de la policía.
Legalmente también se lxs violenta constantemente. Existe en Mendoza un Código de Falta que criminaliza a la homosexualidad, a las personas con identidades diferentes y al trabajo sexual autónomo. Estos artículos que van desde el 54 al 56 persiguen a lxs trabajadorxs sexuales, homosexuales y trans. Las personas tran son criminalizadas por partida doble: por Trans y por Trabajadorxs Sexuales.
Sin lugar a dudas hay una necesidad de trabajar con legisladorxs y sociedad civil para derogar o impugnar este código que data del año 1965, concebido, gestado y parido en época de dictadura. En ese sentido no es un cuerpo legal legítimo, no nos pertenece como sociedad democrática, como nada que se haya cocinado en épocas de procesos militares. Si el poder fue usurpado ilegítimamente, nada de lo que emane de eso debería ser observado.
Pero el gran logro que necesitamos para seguir construyendo ciudadanía es la sanción de la Ley de Identidad de Género, que reconozca a nuestrxs compañerxs trans por ser quiénes son y no otrxs; y la ley de Atención Sanitaria Integral, para que esa nueva identidad esté acompañada por los tratamientos pertinentes (hormonales, plásticos, reasignación de sexo) garantizados por el Estado Nacional.
No se puede permitir que funcionarios públicos sigan replicando que la necesidad de tratamientos que las personas trans requieren son un mero capricho. No podemos hacer oídos sordos al criterio de salud aplicado y reconocido por la OMS (Organización Mundial de la Salud) en el que establece que salud es el completo estado de bienestar físico, psíquico y social, y no solo la ausencia de enfermedad. En este sentido es claro que muchas de las personas trans para poder llegar a ese estado de completo bienestar necesitan tratamientos hormonales y/o cirugías. En el caso de la declaración de “Disforia de Género”, que es la manera que tiene el DSM IV de encuadrar la transgeneridad en los trastornos mentales, también es necesario acceder a tratamientos y cirugías.
Finalmente, tenemos que reconocer que para convertirnos en una sociedad cada vez más igualitaria y equitativa, debemos luchar para encontrar a lxs hijxs apropiadxs y legislar sobre la identidad de género para hacer efectivos todos los derechos que nos corresponden por el simple hecho de ser personas.
Aunque no se tienen cifras exactas, serían muchxs lxs hijxs que esperan ser reencontradxs por sus familias biológicas, muchas madres que esperan hallarlxs, muchas abuelas que esperan tener otra vez cerca el recuerdo vivo de sus hijxs.
Sin dudas el caso más emblemático es el de los Noble. Y es el más emblemático no porque sea un ejemplo. Precisamente es un caso que está plagado de agujeros en cuanto a esa supuesta legalidad. El hijo y la hija apropiadxs por la dueña de Clarín han sido, en primer término, hijxs de desaparecidxs. Esto quiere decir que hubo un padre y una madre que murieron para que la Sra. Ernestina pudiera realizarse como madre. Esto nos hace sospechar que existió por ese tiempo una estrecha relación entre esta familia y los represores de turno, relación que suponemos facilitó esa apropiación, entre otros negocios que mantuvieron con el gobierno de facto.
En ese sentido, la adopción también estaría plagada de vicios. Uno de los más sobresalientes es la autorización de la adopción póstuma de esxs niñxs. El Sr. Noble ya estaba muerto cuándo Ernestina adopta a Marcela y Felipe.
Es claro cómo el poder puede comprar todo, hasta una adopción post mórtem. Es claro cómo algunas gentes no sienten el deber de rendir cuentas por que sus imperios lxs ubican en un lugar donde no existe la posibilidad de dar explicaciones a la justicia.
Pero esta fecha no solamente reivindica el derecho inalienable a la identidad desde la perspectiva de derechos humanos. También nos evoca a un tema más actual pero no más nuevo: La Identidad de Género.
En este sentido, la identidad de género es ser quién se es y no otro. Hoy la legislación argentina impone un modelo de identidad binario, una dicotomía entre el Ser Masculino y Ser Femenina y relaciones de desigualdad entre varón y mujer; heterosexual y no-heterosexual, y entre la identidad Masculina y la Femenina. Hay países como Australia que ya incorporaron la identidad trans a su documentación, tal así que si una persona solicita su pasaporte, en la grilla que refiere al género tendremos M (male), F (female) y T (Transgender). Esto se traduce en un enorme avance en materia de Identidad. Reconocer el Ser Trans sin necesidad de patologías que la justifiquen es hacer efecivo y garantizar el derecho a Ser, es decir, el derecho a la Identidad.
Argentina sigue pretendiendo ajustar los cuerpos a lo masculino o femenino sin tener en cuenta otras formas de sentir el Ser. Es claro que existirían tantas identidades como personas y esa diversidad nos hace ricos.
Es necesario esforzarnos por empatizar y aceptar todo aquello que no es heterosexual y binario, porque no poner en valor las identidades de género y sexuales diferentes a la heteronormativa es alimentar el círculo vicioso de la exclusión y la segregación. Hoy, las personas trans son negadas y violentadas en extremo. Su historia es, en resumidas cuentas, la historia de la marginalidad.
Crecen sintiéndose diferentes al resto, diferentes en su concepción acerca de su cuerpo, diferentes respecto del cuerpo de lxs demás, luchando contra eso que son y que por las presiones sociales, confesionales y familiares no pueden ser. Mas tarde, cuándo deciden ser quienes son por que ya es insostenible el llevar esa doble vida en la que para algunxs es unx y para otrxs, otrx, sufren el primer golpe de violencia y exclusión en el seno familiar. Son expulsadxs de sus hogares por ser diferentes y no ajustarse a la norma. Norma inventada por las religiones en su afán de apoderarse sobre nuestros cuerpos y nuestras voluntades.
Expulsadxs finalmente del seno familiar, automáticamente quedan fuera del sistema de educación. La edad promedio en que una persona trans decide tomar las riendas de su identidad es alrededor de los quince años. En la escuela no lxs aceptan porque no se ajustan a Ser varón o Mujer según sus genitales. Para la escuela es una enfermedad que una persona transgreda su género. Entonces la persona con identidad trans es obligada a abandonar la escuela. Sin escuela y sin familia, son arrojadxs a su suerte y la única alternativa posible es el trabajo sexual. Pareciera ser que el comienzo de la vida sexual de lxs trans coincide con el inicio en esta actividad.
Excluidxs de la casa, de la escuela y obligadxs a ganarse la vida con el sexo, comienzan una larga peregrinación por los sistemas de salud, donde también son humilladxs. Una de las formas de maltrato más frecuentes es la que ejercen enfermerxs cuando deciden arbitrariamente llamarlxs por su nombre de nacimiento y no con el nombre que lxs identifica. Así, si la sujeta es trans HaM (de Hombre a Mujer) y su nombre de nacimiento es Juan López, pero el nombre que la identifica es Perla, lxs efectores de salud deben tener la sensibilidad de llamarla Perla, porque esa es la identidad que construyó y merece todo nuestro respeto. Decididamente esa mujer trans nunca fue Pedro. Estas situaciones son las que producen la deserción de la comunidad trans de los servicios de salud públicos. En consecuencia, la expectativa de vida de estos seres humanos apenas alcanza los 35 años de edad. La falta de educación formal, la exclusión del sistema de salud y el trabajo sexual lxs hace altamente vulnerables a infecciones transmisibles sexualmente, al VIH/Sida y al acoso, persecución y abuso de la policía.
Legalmente también se lxs violenta constantemente. Existe en Mendoza un Código de Falta que criminaliza a la homosexualidad, a las personas con identidades diferentes y al trabajo sexual autónomo. Estos artículos que van desde el 54 al 56 persiguen a lxs trabajadorxs sexuales, homosexuales y trans. Las personas tran son criminalizadas por partida doble: por Trans y por Trabajadorxs Sexuales.
Sin lugar a dudas hay una necesidad de trabajar con legisladorxs y sociedad civil para derogar o impugnar este código que data del año 1965, concebido, gestado y parido en época de dictadura. En ese sentido no es un cuerpo legal legítimo, no nos pertenece como sociedad democrática, como nada que se haya cocinado en épocas de procesos militares. Si el poder fue usurpado ilegítimamente, nada de lo que emane de eso debería ser observado.
Pero el gran logro que necesitamos para seguir construyendo ciudadanía es la sanción de la Ley de Identidad de Género, que reconozca a nuestrxs compañerxs trans por ser quiénes son y no otrxs; y la ley de Atención Sanitaria Integral, para que esa nueva identidad esté acompañada por los tratamientos pertinentes (hormonales, plásticos, reasignación de sexo) garantizados por el Estado Nacional.
No se puede permitir que funcionarios públicos sigan replicando que la necesidad de tratamientos que las personas trans requieren son un mero capricho. No podemos hacer oídos sordos al criterio de salud aplicado y reconocido por la OMS (Organización Mundial de la Salud) en el que establece que salud es el completo estado de bienestar físico, psíquico y social, y no solo la ausencia de enfermedad. En este sentido es claro que muchas de las personas trans para poder llegar a ese estado de completo bienestar necesitan tratamientos hormonales y/o cirugías. En el caso de la declaración de “Disforia de Género”, que es la manera que tiene el DSM IV de encuadrar la transgeneridad en los trastornos mentales, también es necesario acceder a tratamientos y cirugías.
Finalmente, tenemos que reconocer que para convertirnos en una sociedad cada vez más igualitaria y equitativa, debemos luchar para encontrar a lxs hijxs apropiadxs y legislar sobre la identidad de género para hacer efectivos todos los derechos que nos corresponden por el simple hecho de ser personas.
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