Hoy se conmemora el 29° aniversario del último conflicto bélico protagonizado por nuestro país. Un conflicto que nos hace replantearnos si fue realmente una lucha por el derecho de soberanía sobre Malvinas o simplemente fue uno de los tantos ardides ejecutados por el último gobierno de facto que padecimos. Así como el Mundial de fútbol, la guerra de Malvinas entraña un origen diferente al que se nos hizo creer en su momento. ¿Sería acaso el salvavidas que necesitaban los militares para paliar una crisis interna y popular? ¿O talvez fue la necesidad macabra de más muertes, aunque legales?
Lo único cierto es que donde el diablo mete la cola seguro hay muerte y destrucción. No es casualidad que la guerra se haya planteado en ese momento histórico, tampoco es casualidad que el enemigo haya sido Inglaterra. Los dirigentes nacionales de la época sabían perfectamente que era una guerra perdida desde el primer momento, incluso desde antes… el Gobierno sabía… siempre supo que era una derrota y que sería otra masacre más. Con todo casi en el ocaso de las operaciones bélicas esos mismos nefastos que desaparecieron a 30.000 compañeros anunciaban el avance sobre las islas del Beagle, vaticinando una cruenta lucha más, esta vez contra Chile.
Luego del anunciado fracaso contra Reino Unido, en 1984 se firmó el cese de acusaciones y reclamos con el vecino país.
Es triste ver cómo en Argentina, por décadas nos cagamos en la vida de los nuestros, nos cagamos en la soberanía, por que 650 pibes muertos es cagarse en la soberanía. Las cosas se consiguen con medios pacíficos, no con balas ni cañones y éstas fechas deben servirnos para reflexionar y no olvidar una década bestial.
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